Según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), las economías de América Latina y el Caribe están siendo capaces de sostener tasas de crecimiento continuadas de una forma sobresaliente.
La institución ha revisado al alza la previsión de crecimiento para la región en 2011, situándola en el 4%, tras un crecimiento en 2010 de casi el 6%. El comportamiento de los países de América del Sur podría ser incluso mejor y tan sólo serían superados por Asia emergente, que se espera que crezca por encima del 8%. Debido a este acelerón latinoamericano, numerosos analistas, responsables políticos y académicos han comenzado a hablar de la “década de América Latina”.
Pero en este contexto general se dan dos realidades económicas bastante diferenciadas, es decir, podríamos hablar de dos Américas Latinas, una al sur y otra al norte. La primera, encabezada por Brasil, que incluye a Mercosur y sus vecinos exportadores de materias primas (con destino fundamentalmente a China), tiene ante sí un un futuro más prometedor que el de los países del norte, con México a la cabeza, cuyas exportaciones (principalmente a los EE.UU.) compiten directamente con los productos asiáticos. Si a esto se añade que el crecimiento económico potencial en EEUU tenderá a ser lento, mientras que el de las economías emergentes asiáticas debería continuar creciendo a tasas cercanas a los dos dígitos, los países del sur tienen mejores perspectivas económicas que México y América Central.
Pese a todo ello, en ambos bloques se perciben diferencias nacionales muy considerables. Mientras que algunos países del sur están aprovechando este boom exportador para diversificar su estructura productiva, promover industrias estratégicas e intentar generar un crecimiento menos dependiente de las exportaciones de materias primas, otros están desaprovechando la oportunidad que les brinda esta buena coyuntura económica para intentar consolidar un nuevo modelo de crecimiento a través de una diversificación productiva.
Las políticas económicas, sociales e internacionales promovidas por Hugo Chávez en Venezuela, solo encuentran parangón en el desbastador terremoto que asoló Haití a principios de 2010.
Llama especialmente la atención el dinamismo de países como Paraguay, Uruguay y Perú con un crecimiento anual por encima del 8%, dos de las grandes economías latinoamericanas como Brasil y Argentina que en 2010 crecieron un 7,5% y México, Chile y Colombia que se sitúan en un crecimiento entorno al 5%. En el polo opuesto, sólo decrecen Venezuela y Haití, el primero por las salidas de capital y los estrangulamientos derivados de la falta de inversión en su sistema productivo, especialmente notables en el sector petrolero, y el segundo por las terribles secuelas del terremoto de principios de 2010.
Estas perspectivas de crecimiento muy favorables, se han traducido en una lenta mejora de indicadores sociales como la reducción de la pobreza y, en menor medida, salvo en el caso de Brasil, la lucha contra la desigualdad. Estos dos aspectos que inciden directamente sobre la cohesión social, la seguridad, la estabilidad política y una disminución paulatina de la ingerencia del sector público en la economía de mercado, son los principales retos a los que se enfrenta America Latina a medio y largo plazo para continuar por esta senda del crecimiento.
A corto plazo el reto principal es el control de la inflación que pueden provocar la actual llegada de importantes flujos de capital exterior y el continuo crecimiento de los precios de las commodities (productos y materias primas básicas). Paralelamente, una apreciación de los tipos de cambio provocada por la actual guerra de divisas entre EEUU y China, podría poner en riesgo el crecimiento, la creación de empleo y la redistribución de la riqueza en la región.
Fuente: FMI, World Economic Outlook
Las políticas económicas, sociales e internacionales promovidas por Hugo Chávez en Venezuela solo encuentran parangón en el desbastador terremoto que asoló Haití a principios de 2010.
Según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), las economías de América Latina y el Caribe están siendo capaces de sostener tasas de crecimiento continuadas de una forma sobresaliente. La institución ha revisado al alza la previsión de crecimiento para la región en 2011, situándola en el 4%, tras un crecimiento en 2010 de casi el 6%. El comportamiento de los países de América del Sur podría ser incluso mejor y tan sólo serían superados por Asia emergente, que se espera que crezca por encima del 8%. Debido a este acelerón latinoamericano, numerosos analistas, responsables políticos y académicos han comenzado a hablar de la “década de América Latina”.
Pero en este contexto general se dan dos realidades económicas bastante diferenciadas, es decir, podríamos hablar de dos Américas Latinas, una al sur y otra al norte. La primera, encabezada por Brasil, que incluye a Mercosur y sus vecinos exportadores de materias primas (con destino fundamentalmente a China), tiene ante sí un un futuro más prometedor que el de los países del norte, con México a la cabeza, cuyas exportaciones (principalmente a los EE.UU.) compiten directamente con los productos asiáticos. Si a esto se añade que el crecimiento económico potencial en EEUU tenderá a ser lento, mientras que el de las economías emergentes asiáticas debería continuar creciendo a tasas cercanas a los dos dígitos, los países del sur tienen mejores perspectivas económicas que México y América Central.
Pese a todo ello, en ambos bloques se perciben diferencias nacionales muy considerables. Mientras que algunos países del sur están aprovechando este boom exportador para diversificar su estructura productiva, promover industrias estratégicas e intentar generar un crecimiento menos dependiente de las exportaciones de materias primas, otros están desaprovechando la oportunidad que les brinda esta buena coyuntura económica para intentar consolidar un nuevo modelo de crecimiento a través de una diversificación productiva.
Llama especialmente la atención el dinamismo de países como Paraguay, Uruguay y Perú con un crecimiento anual por encima del 8%, dos de las grandes economías latinoamericanas como Brasil y Argentina que en 2010 crecieron un 7,5% y México, Chile y Colombia que se sitúan en un crecimiento entorno al 5%. En el polo opuesto, sólo decrecen Venezuela y Haití, el primero por las salidas de capital y los estrangulamientos derivados de la falta de inversión en su sistema productivo, especialmente notables en el sector petrolero, y el segundo por las terribles secuelas del terremoto de principios de 2010.
Estas perspectivas de crecimiento muy favorables, se han traducido en una lenta mejora de indicadores sociales como la reducción de la pobreza y, en menor medida, salvo en el caso de Brasil, la lucha contra la desigualdad. Estos dos aspectos que inciden directamente sobre la cohesión social, la seguridad, la estabilidad política y una disminución paulatina de la ingerencia del sector público en la economía de mercado, son los principales retos a los que se enfrenta America Latina a medio y largo plazo para continuar por esta senda del crecimiento.
A corto plazo el reto principal es el control de la inflación que pueden provocar la actual llegada de importantes flujos de capital exterior y el continuo crecimiento de los precios de las commodities (productos y materias primas básicas). Paralelamente, una apreciación de los tipos de cambio provocada por la actual guerra de divisas entre EEUU y China, podría poner en riesgo el crecimiento, la creación de empleo y la redistribución de la riqueza en la región.
Fuente: FMI, World Economic Outlook