Por Fernando Fominaya – Noergia
Una herramienta de marketing por descubrir
El libro electrónico (e-book) no es un libro y, por tanto, su función en el marketing es completamente diferente a la del libro de papel. Para empezar, un e-book es dos cosas: un lector y contenidos. En un momento dado, un contenido puede coincidir con un libro publicado en papel, pero ahí acaba la semejanza. El libro electrónico permite acceder a cantidades ingentes de información, deja buscar en los textos por palabra clave, facilita hacer resúmenes y hasta se pueden tomar apuntes o hacer dibujos a mano alzada. Todo ello con un dispositivo que cabe en el bolsillo de la camisa y cuya batería no hay que recargar continuamente.
El e-book tal vez tardará generaciones en conquistar la cabecera de nuestra cama para desbancar definitivamente al libro de papel pero, mientras tanto, tiene un interesante presente como herramienta de productividad profesional: todos esos huecos improductivos que tenemos a lo largo de la jornada de trabajo como las esperas en aeropuertos, los viajes o las antesalas se pueden convertir en momentos bien aprovechados gracias a un e-book. Solo requiere gestionar con algo de disciplina nuestro lector y acostumbrarnos a cargarle contenidos de nuestro interés que bajamos o compramos en Internet.
Función dentro del plan de marketing
Como tantas otras plataformas, el libro electrónico sirve también de espacio publicitario. Sin embargo, probablemente su mayor potencial esté en la construcción de opinión. Si las webs están para informar y las redes sociales para contactar y debatir, el libro electrónico sirve para profundizar. A diferencia del artículo del blog, que a menudo solemos sobrevolar, el texto de un libro lo leemos con atención. Por tanto, estamos ante un formato que facilita, casi sin límite de espacio, construir una argumentación sólida que incluya todos los elementos para que un lector se forme una opinión y, si promocionamos un servicio o producto, que tenga a su disposición toda la información que precise.
Pongamos, por ejemplo, que nos interese adquirir una cámara fotográfica o una hidrolavadora industrial. Supongamos que no sabemos mucho del asunto, pero nos gusta comprar con criterio. Alguien nos ofrece descargar un libro de treinta páginas sobre el tema: tipos de aparatos, criterios de elección y oferta en el mercado. Aunque obviamente hay un sesgo hacia la marca propietaria del contenido, éste nos parece bastante objetivo. La lectura del libro nos ha dado en media hora las principales claves para elegir modelo y prestaciones. ¿Hay un mejor momento para que tomemos una decisión de compra? Ya solo nos faltará estudiar el tema precio, pero evidentemente la empresa que nos ha facilitado el libro tiene grandes probabilidades de llevarse nuestro pedido.
Llama la atención que, con estos mimbres, el libro electrónico apenas haya logrado un papel menor en el marketing actual. Pero, personalmente, si tengo que apostar por un soporte digital con un brillante futuro como herramienta de marketing de impacto, lo haré por el e-book.
Fernando Fominaya
www.noergia.com
@ffominaya